Es bien sabido que, en España, existe la tradición de dormir la siesta. Esta práctica tan asociada a nuestro país, antes era muy común, y cada vez la llevan a cabo menos españoles. Actualmente, casi el 60% de los españoles no duermen nunca la siesta. Solo un 18% de la población toma una siesta al mediodía, pero no cada día.
La costumbre de hacer la siesta se disipa con el paso del tiempo, pero ¿es positivo este cambio? La mayoría de los animales son, por naturaleza, seres polifásicos: es decir, alternan el sueño con la vigilia. Entonces, ¿por qué nosotros no?
La realidad es que la rapidez de nuestros ritmos de vida ha hecho que perdamos esta tradición. En este artículo, los expertos en descanso de Grupo Todoplano, repasan los beneficios y las bondades de hacer la siesta y lo que aportan a nuestro día a día.
La historia de la siesta: ¿dónde nace?
Contrario a la creencia popular, la siesta nace en Italia. Para situarnos en sus inicios, debemos remontarnos a la época romana. Su etimología proviene de la palabra del latín “sexta”. Te explicamos el porqué.
Los romanos paraban a comer y descansar en la sexta hora del día. Sus períodos de luz eran de 12 horas: su sexta hora corresponde a la 1 de la tarde en invierno, y a las 3 de la tarde en verano. Desde sus orígenes, la siesta fue un fenómeno transcultural.
Fueron los horarios laborales en España los que permitieron, en mayor medida que en otras culturas, la integración de la siesta en la jornada. Tradicionalmente, el horario de trabajo español estaba dividido en dos partes: se trabajaba desde las 9 de la mañana hasta las 2 de la tarde, se hacía una pausa de almuerzo de dos horas, y volvía al trabajo desde las 4 de la tarde hasta las 8 de la noche. En esta parada para almorzar es donde la siesta encontró un hueco y se arraigó.
Los 3 trucos para una siesta perfecta
Para lograr maximizar el efecto de tu siesta, los expertos recomiendan 3 indicaciones para conseguir los mejores resultados. Te las traemos a continuación:
– Haz siestas cortas. Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Duerme una siesta de solo 10 o 20 minutos. Si te decantas por siestas largas, es más probable que pases más tiempo aturdido después del descanso En el caso de los adultos jóvenes, tienen una tolerancia mayor frente a siestas más largas.
– Duerme la siesta a primera hora de la tarde. Para que tu descanso vespertino no interfiera en el nocturno, la mejor opción será hacer la siesta antes de las 3 de la tarde. Pese a eso, se deben tener en cuenta los factores individuales para determinar la mejor hora para esta práctica: la necesidad de dormir, tus horarios de sueño, tu edad o el uso de medicamentos.
– Crea un ambiente de descanso. La compañía es importante. Intenta siempre dormir en un lugar tranquilo y oscuro, con temperatura ambiente y minimiza las distracciones.
Es importante que una vez te despiertes, dejes que tu cerebro y tu cuerpo se adecuen a volver a estar despiertos: has estado descansando.
7 beneficios de dormir la siesta
1. Previene las cardiopatías
Según la Unidad del Sueño del Hospital Quirón Murcia, la siesta ayuda a disminuir en un 37% el estrés y el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. La carencia de sueño incrementa el cortisol, y, en exceso, puede tener efectos adversos en nuestra salud: intolerancia a la glucosa y a la grasa, debilitación del sistema muscular e inmunológico y disminución de la hormona del crecimiento, que puede acarrear diabetes y enfermedades cardiovasculares.
Al dormir, liberamos la hormona del crecimiento, antídoto del cortisol. Esta estimula el sistema inmunológico, reduce el estrés y la ansiedad, nos ayuda a reparar los músculos y a perder peso.
2. Reduce la tensión arterial
Un estudio realizado en el Allegheny College, Pennsylvania, EE.UU, analizó el efecto de una siesta en la recuperación cardiovascular, después de una prueba de estrés mental. Los resultados demostraron que los participantes que dormían al menos 45 minutos de siesta tenían una presión arterial promedio más baja, después del estrés, que los que no dormían.
Dormir durante el día parecía tener un efecto reparador, y aquellos estudiantes que dormían reportaban puntuaciones inferiores de somnolencia y lecturas de presión arterial más bajas que los que se mantenían despiertos. Concluyeron que la siesta ofrecía beneficios cardiovasculares al acelerar la recuperación cardiovascular, después de factores de estrés mental.
3. Facilita el aprendizaje
La Universidad de Berkeley llevó a cabo un estudio que demostró que la siesta por la tarde aumenta notablemente la capacidad de aprendizaje del cerebro. Este estudio comparaba la facilidad de aprendizaje de dos grupos de alumnos: unos hacían siesta y otros no.
Aunque al principio su desempeño era el mismo, el grupo que hizo la siesta lo hizo notablemente mejor y acrecentó su capacidad de aprender. Así pues, el sueño permite afrontar nuevos conocimientos y fijar los adquiridos, lo que aumenta la productividad de los trabajadores y el rendimiento escolar de los niños post-siesta.
4. Estimula la creatividad
Un equipo de neurólogos de la Universidad de Georgetown comprobó que la siesta aumenta la creatividad. En este estudio vio que, cuando los participantes descansaban, el hemisferio derecho de sus cerebros hablaba más consigo mismo y con el hemisferio izquierdo que al contrario, sin importar si eran zurdos o diestros.
El hemisferio derecho del cerebro está conectado con tareas creativas, la percepción o nuestra capacidad de expresarnos, así que nuestro cerebro, durante la siesta, podría estar soñando despierto o clasificando y guardando información que hemos aprendido.
5. Facilita la resolución de los problemas
Robert Stickgold, profesor de Psiquiatría de la Harvard Medical School, ha descubierto que, mientras dormimos, el cerebro está haciendo su trabajo nocturno de encontrar conexiones, así que cuando nos despertamos, tenemos una perspectiva diferente.
Cuando nos vamos a dormir, el cerebro hace un triaje, revisa los eventos del día y ve lo que queda sin terminar. Busca aquello que tenga un “zumbido afectivo”, emociones que hayan aparecido durante o poco después de un suceso, marca el evento como importante y busca entenderlo por completo. Es la forma que tiene el cerebro de ayudarte a tomar decisiones.
6. Desarrollar los reflejos
Un estudio de la NASA descubrió que aquellos pilotos que dormían en la cabina durante 26 minutos mostraron mejoras en el estado de alerta, de hasta un 54%, y mejoras en el desempeño laboral, de un 34 %, en comparación con los pilotos que no dormían la siesta.
Si es bueno para los astronautas, es bueno para nosotros. Dormir la siesta va a acrecentar nuestra capacidad de reacción y nuestros reflejos, haciendo que estemos más atentos cuando estemos despiertos. Es una buena práctica si tu horario de trabajo es nocturno.
7. Mejora el estado de ánimo y fomenta la positividad
Aquí influye la serotonina, también llamada la “hormona de la felicidad”, un neurotransmisor que regula el sueño, el apetito y el estado de ánimo. Una investigación publicada en la revista Cerebral Cortex concluyó que durante una siesta prolongada (de entre 45-90 minutos), en la que nos da tiempo a entrar en sueño REM, nuestro estado de ánimo posterior mejora y somos más empáticos a la hora de evaluar las emociones de los demás.
Usando el reconocimiento facial, el estudio demostró que, aquellos que no dormían durante el día, tenían una reactividad mayor a la ira y el miedo. En cambio, quienes durmieron una siesta bloquearon y revirtieron esta actividad emocional negativa, mostraron más expresiones positivas y disminuyeron sus prejuicios negativos y aumentaron los positivos.
En conclusión, la siesta aporta numerosos beneficios a nuestra salud, a nuestra mente y a nuestra tranquilidad. Se confirma la veracidad del dicho “consúltalo con tu almohada”: el mal humor, la visión negativa del día e, incluso, la indecisión pueden dispersarse con una buena siesta.
En Grupo Todoplano somos unos apasionados de la siesta y queremos que tú también lo seas